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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 14 de junio de 2013cermi.es semanal Nº 83

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Marcial

Por Vicente Valero Sanchis, Velador por el cumplimiento de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad

03/06/2013

A Marcial le cuadra el nombre, pertenece al Benemérito Cuerpo de Caballeros Mutilados por la Patria. En su día anduvo por los montes con la cara pintada, comiendo hierbajos y animalillos que cazaba; cuenta que cuando volvía a la civilización no podía desnudarse porque la ropa se le había pegado a la carne. El caso es que si alguna vez pensó verse al mando de un Leopard de 60 toneladas hoy dirige una  Meyra (silla eléctrica) de casi 6000 pavos y 150 kilos. Dice que la dirige con la barbilla porque tiene la sangre azul como yo y tampoco se rebaja a hacer cosas con las manos. Cuando entró en el cuerpo no existían las sillas eléctricas y muchas veces le acompañaba un amigo que desfilaba corriendo detrás de una cabra a 160 pasos por minuto, lo del número de pasos se me ha quedado; a mí me llevó una vez y cogí frio por la velocidad. Rezaba yo por no atropellar a nadie por la acera, y creo que a la misma velocidad, 160 padrenuestros por minuto.

El caso es que llevamos años distrayéndonos con estas cosas de la discriminación de la que disfrutamos los que no somos de serie. Ahora que tanto se habla de crisis coincide conmigo en que para el casquerio la cosa apenas se nota; “mal estábamos cuando entré y mal estamos ahora, tú no has conocido otra cosa”, me dice. Razón tiene, porque a gozar de derechos llegamos siempre los últimos y para perderlos somos los primeros. Cuando los cascaos gritamos: “Ni un paso atrás” estamos avisándonos de que estamos al borde del abismo y ese paso supone despeñarse.

En otro escrito comenté que desde hace tiempo Marcial viene diciendo “Tocan a degüello” y me explicó que era la música que el General Santana les tocaba a los del fuerte “El Álamo” durante el asedio; como los defensores sabían por la música que iban a entrar a cuchillo, poco mérito tuvo el que se defendieran hasta la muerte, sabían que rendirse no serviría de nada.

Según él, para salir de esta situación, hay que aplicar el modelo de economía de guerra si queremos pagar la deuda exterior y mantener el honor patrio. Lo primero es pagar los gastos de compra de armamento militar, está en juego nuestro prestigio como nación cumplidora de sus compromisos; después hay que aplicar criterios de prevalencia en el gasto, es decir, qué va primero y qué va después.

Y ahí es donde el otro día nos explicó, a Justo y a mí, el funcionamiento de la “racionalización del gasto en cuidados de larga duración”, lo que vox populi se llama “dependencia”. El número de bajas ya se conoce antes de aplicar las medidas sociales, porque la Consejería del Ejército le pasa la previsión a la de Asuntos Sociales cuando le pide que valore el impacto de las medidas. Sabiendo cuánta tropa hay que sacrificar se destina a primera línea, como en los desembarcos de Normandía y Guadalcanal, a los menos espabilados porque en los primeros momentos es cuando hay más bajas.

Es mejor herir que matar, porque cuando se hiere el enemigo tiene dos bajas, el herido y el que le lleva, que traducido al ámbito social significa que el cuidador no puede trabajar y apuntarse a las listas del paro. Los recursos que permiten la subsistencia y cuidados de los cascaos se reducen al mínimo vital, de tal manera que con ello subsistan dos personas (cascao y cuidador). La prestación para el cuidador se jibariza, llegando a cotizarse a 20 euros el cuidador. Es el banco de pruebas de medidas a aplicar a los desempleados.

No recuerdo cuando terció Justo, aludiendo a la Convención de los Derechos de las personas con discapacidad y aquí, Marcial fue implacable. Dijo que una cosa era la Convención de Ginebra, que establece normas internacionales para humanizar la guerra y otra la aplicación; porque en el frente a la tal Ginebra no la conoce nadie y a la otra tres cuartos aquí. La ayuda del exterior es para víveres para los cascaos y población civil; el peligro está en que lo que Cruz Roja (UE) envía sea intervenido para el ejercito combatiente o los cuidadores del campo de concentración. Y si Cruz Roja hace una visita de inspección siempre avisa con tiempo, para que los residentes estén en formación de pase de revista. Quien se deje hacer prisionero pensando que va a estar mejor que combatiendo en el frente, lo tiene claro.

Lo que más le duele es que se haya suspendido el pago de la cuota de seguridad social de los cuidadores, era lo único digno que le encontraba a la LEPAP, porque la prestación la consideraba un subsidio que complementaba las míseras pensiones y prestaciones. Su formación militar le está trayendo problemas conyugales, se ha empeñado en seguir pagando la cuota de Seguridad Social de su mujer y solo quiere comer hierbajos que dice a sus hijos que le cojan, se ha empeñado en que hagan prácticas de tiro con la escopeta de perdigones para poner proteínas en la paella, aunque el barrio se quede sin gatos. Y posiblemente sin cucarachas, porque anda haciendo una tabla con las proteínas que tiene cada insecto. Me contaba su mujer, desesperada, que no le dejaba ni guisar, se ha empeñado en que los huesos que utiliza para hacer caldo se pueden hervir 2 veces, no se pueden tirar después de la primera cocción. Yo, deseando estoy que me deje el manual de supervivencia que tiene de los tiempos de cara pintada. Pero si una cosa me quedó clara es que si no se lava y cambia de ropa su mujer no le acuesta y ahora no está para dormir al raso. En jabón no se puede ahorrar.

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